Explorando la ciencia detrás de la “ira del hambre” y cómo afecta nuestro estado de ánimo

¿Alguna vez te has sentido irritable o malhumorado cuando tienes hambre? No estás solo. Este fenómeno, comúnmente conocido como “hambre irracional”, es una experiencia compartida por muchas personas en todo el mundo.

La pregunta es: ¿por qué tener hambre nos pone de malas? Para responder a eso, primero debemos entender cómo nuestro cuerpo reacciona al hambre. Cuando estamos hambrientos, nuestro cuerpo libera una serie de hormonas, incluyendo la grelina y la leptina, que nos indican que necesitamos comer.


La ciencia detrás de la “ira del hambre”

La grelina, también conocida como “la hormona del hambre”, envía señales al cerebro para indicar que es hora de comer. Por otro lado, la leptina, que es liberada por las células grasas, indica al cerebro que estamos llenos. Cuando no hemos comido durante un tiempo, los niveles de grelina aumentan y los de leptina disminuyen, lo que da lugar a sensaciones de hambre.

El hambre y el azúcar en sangre

Además, cuando estamos hambrientos, los niveles de azúcar en sangre pueden disminuir. Este descenso en los niveles de azúcar en sangre puede afectar a nuestras funciones cerebrales y provocar sentimientos de irritabilidad o mal humor.

Cómo gestionar la “ira del hambre”

Si bien no podemos evitar sentir hambre, hay formas de manejar estos cambios de humor inducidos por el hambre. Comer comidas pequeñas y regulares a lo largo del día puede ayudar a mantener estables los niveles de azúcar en la sangre.


Además, llevar siempre contigo algún snack saludable, como una barrita de cereales o una pieza de fruta, puede ayudar a evitar el hambre y a mantener a raya la irritabilidad.

El hambre puede afectar nuestro estado de ánimo de maneras sorprendentes. Sin embargo, con un poco de planificación y conocimiento sobre cómo funciona nuestro cuerpo, podemos mantener nuestro humor bajo control, incluso cuando nuestro estómago está gruñendo.

Estudio científico: El hambre y la serotonina

Un estudio de 2013 de la Universidad de Cambridge echó luz sobre el vínculo entre el hambre y el estado de ánimo, y es precisamente en este punto donde entra en juego una hormona clave: la serotonina.

Cuando tenemos hambre, nuestros niveles de serotonina – una hormona que contribuye a nuestro bienestar y felicidad – pueden disminuir. Esta fluctuación hormonal puede tener un impacto significativo en varias regiones del cerebro relacionadas con el control de la ira, predisponiendo a las personas a actitudes más agresivas cuando tienen hambre.

Los investigadores observaron estas respuestas al alterar la dieta de los voluntarios, particularmente en relación con alimentos que afectan los niveles de serotonina, como el triptófano, un aminoácido esencial. Después de retirar estos alimentos de las dietas de los voluntarios, se observó a través de escáneres cerebrales que los niveles bajos de serotonina afectaban a las regiones del cerebro responsables de controlar las emociones.

Cómo mantener estables los niveles de serotonina

Los resultados del estudio apuntan a la importancia de mantener niveles saludables de serotonina para manejar nuestras emociones. Algunas formas de hacer esto incluyen el consumo de alimentos que contribuyen a mantener los niveles de serotonina, como semillas de calabaza, aguacates, plátanos, nueces, dátiles y cereales. Además, tener un desayuno equilibrado, comer snacks saludables como frutas y semillas, realizar actividad física regularmente y evitar bebidas alcohólicas también pueden ayudar.

La “ira del hambre” tiene una base científica real, pero con un poco de planificación y atención a nuestra dieta, podemos mantener a raya la irritabilidad y mantener nuestro humor estable, incluso cuando tenemos hambre.