RUPTURA DE LA LUZ
3 DE 3 PARTES

Por Rigoberto Guzmán Arce: Estoy angustiado y con el miedo anidado en mi ser, ya a solas. Salgo para el velorio de Rosalba y en un esfuerzo sobrehumano busco contenerme de no derrumbarme y trato de estar fuerte. Mis primeras necesidades es compartir humanidad y el consuelo con sus familiares, los hijos de los que tanto hablaba. Sé que Pedro está en una clínica del ISSSTE en Tepic y le dieron diez días de incapacidad. De noche a oscuras y con los ojos abiertos viendo de nuevo la película e intento darle la atención a Rosalba. Escribí un artículo para ella y en la santa misa en la Iglesia de La Virgen de Fátima lo leyó Rafael Salazar. También estar con mi corazón con Pedro, su salud y su situación legal, contribuir con un apoyo económico de una mujer generosa. Al último voy a ponerme a pensar en mí. No salirme de las tres dimensiones y conectarme con cada charla, visita, recuerdo y lágrima. Es la única forma de salir del abismo mental. Todavía me falta subir y tanta gente que me brindó sus atenciones que me conmovieron por sus buenos deseos. Muy difícil que me haya quedado quieto, piense y piense y los que están alrededor monitoreándome, las reacciones, los gestos, mis temas, el cómo doy a conocer mis pensamientos y mi manera de hablar. Se me revuelven las teclas para escribir y ya mero se hacía un drama. Me veían algunos principios o señales de que me estaba volviendo loco. Paciente con mi aturdimiento y cansancios, aceptaba de todo lo que se pudiera porque después me iba a quedar solo con mis emociones, mis recuerdos y mis miedos. Dormía a duras penas una hora y las demás eran los demonios que danzaban en mi cama y me provocaban llorar aunque no quisiera. Me dolía pensar y florecían de más mis sentimientos y mis nervios al verme fuera de la pista y los otros en sus rutinas, en sus vías y velocidades. Me preparaba para seguir por esa carretera que quedó truncado el viaje. Quería saber que sí había vida después de esa curva. Así fue y me dieron un mes de convalecencia, pedí menos días y el doctor me dijo que tuviera tranquilidad, tres semanas al verme con el ánimo. Todo el día pensando en los riesgos: me haya desnucado- eso profesor le sirvió protegerse el cuello, porque si no, no lo cuenta-, los vidrios quebrados como forma de muerte, volado en el trayecto demoledor o al momento de girar chocado de frente con otro auto, un paro cardiaco por la intensidad del pánico o se hubiera proyectado a lo más profundo del abismo. Me sentía en un limbo, confundido y muy solo, que no me podía quejar. Un amigo vino y habló de sus problemas y jamás me preguntó nada de mi suerte. Trataba de comportarme con la normalidad de antes o quiere decir trataba de estar locuaz y conversador como antes y aquí estaba la contradicción, porque me escrutaban y yo todavía en mi abismo, tuve miedo de quedar cuerdo. Las palabras escritas fueron mis amigas y los renglones mis amigos. Imaginar que leían “Claroscuro” y “Relatos de Pasión”, fueron mis doctores de los sentimientos. No lo sé si a pesar de un año, que se fue rápido, ya estoy en la orilla porque salí del abismo mental al animarme a escribir, así que cada aniversario de ese día fatal, lo vuelvo a vivir, inevitablemente. Han pasado seis años y cada vez que lo recuerdo no puedo evitar conmoverme por las tantas muestras de cariño y el sentir cómo fui saliendo del abismo, primero geográfico, después mental y enseguida químico. La mente y el corazón son tan infinitas que realmente fueron tantos días de estar en el dolor agudo, el buscar las razones y el preguntarse como se hace en estos casos, ¿por qué a mí? Con el paso del tiempo vas equilibrando los pormenores y las grandes interrogaciones para llegar a comprender que los destinos se logran proyectar en cada segundo, en cada espacio y descansa tu cuerpo y el espíritu. Aquí está la crónica de un ser que a raíz de esta cruda circunstancia, tuve que tomar la decisión a los pocos meses de jubilarme ya que era muy horrible ver el viaje de ida y regreso en las velocidades de mis amigos, ellos manejando como si nada, nunca imaginaron lo fatal que son estas curvas de Plan de Barrancas que en la historia han subyugado a los viajeros. Tantos fallecidos, muchas cruces en las orillas de la carretera.